Issa Dankworth

Su mente, ay su mente, como el más bello e intrínseco de los laberintos, no esconde nada, todo esta en el camino, más para descubrirlo hace falta buscar, nunca revela información de buenas a primeras, debido a que intenta descifrar el nivel de inteligencia de quienes lo rodean, sabe quienes valen la pena y quienes no, tal vez por eso suele hablar con las personas de formas diferentes, a un ser simple le habla con palabras que no logren confundir sus sentidos, del mismo modo a quienes considera sabios les habla con el típico tono y porte que ellos merecen. No es condescendiente y dice lo que piensa siempre teniendo cuidado, no le agrada que su lengua la meta en problemas, es por eso que mide una a una sus palabras mucho antes de que salgan de su boca.
Es sumamente educada y respetuosa, así se trate de una miserable persona, jamás mirará a alguien con desprecio, claro, no si no se lo ha ganado. Es indiferente con todo el sentido de la palabra y muy pocas cosas pueden llegar a llamar su real atención. Es de las personas que si tú no le hablas, ella tampoco lo hará.
Posee mucha paciencia, y es extraño que colmen la misma. Su carácter cuando está enfadada es por decir más que peligroso, y no retrocederá ante nadie con tal de lograr volver a recuperar su estabilidad.

 Nació en Hollywood, USA. Hija de padre estadounidense y madre rumana, hija menor del matrimonio Dankworth hasta el momento. Desde el primer día que sus padres supieron que llegaría a este mundo se esmeraron en que todo lo que su hija necesitara sería concedido. Hasta el más mínimo capricho, el más insignificante deseo que Issa presentara sería dado en el acto. Pese a que la joven niña jamás le agradó aquello de sus padres nunca tuvo la oportunidad de quejarse por nada, necesidades no tenía, todo lo que necesitaba estaba al alcance de sus manos. Desde pequeña sus compañeros la molestaban por el hecho de haber nacido en "cuna de oro" cómo le llamaban, a lo que la niña simplemente huía con miradas evasivas y comportamiento más que indiferente.

A los 12 años Issa enfermó gravemente, según los médicos; anemia más que avanzada. La pequeña niña de piel canela pasó aproximadamente 5 meses internada en la mejor clínica, al cuidado de los mejores médicos pediatras que tenía el país. Con el paso de los días, pese a estar desesperada por querer salir de allí, el largo tiempo en su nueva habitación causó que poco a poco se acostumbrase a la idea. No sabía hasta cuando podría volver a casa, así que dependería de ella sentirse más cómoda. Tras largas terapias Issa consiguió mejorar, regresando a su casa luego de haber permanecido aproximadamente 5 meses internada. Al regresar al colegio todos la miraban cómo si de un fantasma se tratase, nadie creía que saldría con vida de ahí.

El permanecer tanto tiempo internada tuvo efectos a largo plazo, Issa desde esa edad se había obsesionado con ser doctora. En su joven mente lo único que pasaba era ello, poder ayudar en un futuro a niños que pudieran estar en sus mismas condiciones, o incluso en algunas peores. Desde esa edad, la joven Dankworth se esmeró con tal de conseguir su sueño, y lo logró. Se tituló con honores, y pese a no tener ninguna necesidad monetaria decidió ejercer su labor en uno de los tantos hospitales de New York, sólo por mera diversión. Por su vocación.